Mejorar nuestras relaciones sociales, agasajar a nuestros amigos e invitados mediante el uso de una actividad social: el cóctel.
Son muchas las formas en que podemos disfrutar de nuestro tiempo con quienes nos agradan y complacen con su compañía eligiendo como argumento el tomar alimentos y bebidas para crear un ambiente propicio a la conversación.
Muchas veces como preámbulo al desarrollo de una propuesta de trabajo o como colofón de la misma. En otras, como celebración, por haber conseguido un fin o propósito.
Las más, como un simple placer de estar o celebrar un acontecimiento social de carácter familiar.
La fórmula elegida, cóctel o recepción, debe servir para resaltar el fin y sólo convertirse en protagonista al final, como excusa del motivo de la convocatoria, como recuerdo común del motivo que nos reunió.
Lo importante es la razón: la boda, bautizo, celebración, presentación, acto cultural, político, la amistad del anfitrión y los asistentes, etc.,
El equilibrio de un acto social bien conducido es la base para su éxito.
El comportamiento del anfitrión que debe estar más en el control de la atención al invitado y el servicio. Dedicándose a todos los asistentes por igual y remarcando la importancia de algunos, cuando sea necesario, con una especial dedicación u homenaje, tal y como procede cuando se trata de personalidades singulares.
Todo ello en coordinación con una buena dirección del servicio.
El anfitrión prueba las viandas y bebidas pero no se centra en ellas.
Los comensales, con su posición en el desarrollo del acto, como sujetos activos, sin generar corrillos excesivos y cerrados. Sin elevar la voz. Aprovechando las pausas en que algún interlocutor habla para probar y beber lo que se les ofrece. Sin hablar al mismo tiempo y sabiendo aprovechar el "paseo" de los camareros profesionales que les brindarán un servicio cómodo y sin agobio.
El Marqués de Byran